"La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” – OMS
El conocido neuropsicólogo José Ramón Gamo Rodríguez, junto al psicólogo sanitario Cristian Ramos Abuín hablaban este pasado 2 de febrero, de las repercusiones en la salud mental de niños y jóvenes a raíz del Covid.
Fue una conferencia vía online muy interesante tratando temas educativos, pero también de bienestar mental y social de niños y adolescentes.
Si la pandemia ha hecho mella en la salud mental de los adultos, no iba a ser menos en nuestros jóvenes. Según un reciente estudio, uno de cada cuatro niños ha presentado síntomas depresivos o de ansiedad tras el confinamiento. De hecho, desde el principio de la pandemia se ha detectado una saturación del Servicio de Salud Mental.
Los trastornos que más incidencia tienen son la ansiedad, la depresión, los trastornos del comportamiento, trastornos obsesivos compulsivos e incluso trastornos alimenticios.
Tenemos que tener en cuenta que el cerebro de los adolescentes está en un profundo cambio. Por eso resalto que es muy importante saber cómo funciona nuestro cerebro y el de nuestros hijos ya que nos ayudará a comprenderles y educarles mejor.
El cerebro alcanza su mayor tamaño en la adolescencia temprana, pero continúa madurando incluso después de que deja de crecer. No termina de desarrollarse y madurar hasta aproximadamente los 25 años de edad.
La parte, llamada corteza prefrontal, es una de las últimas regiones del cerebro en madurar. Esta es el área responsable de habilidades como el control de impulsos. Por ello, es más probable que los adolescentes muestren comportamientos arriesgados sin tener en cuenta los posibles resultados de sus decisiones.
El cerebro adolescente está listo para aprender y adaptarse. Las actividades académicas o mentales desafiantes, el ejercicio y las actividades creativas, como el arte, pueden ayudar al cerebro a madurar y aprender.
Muchos trastornos mentales aparecen durante la adolescencia esto se debe en parte a los cambios continuos en el cerebro, junto con los cambios físicos, emocionales y sociales. Todo ello, puede hacer que los adolescentes sean vulnerables a problemas de salud mental.
Los jóvenes pueden responder al estrés de manera diferente que los adultos, por ello pueden ser más susceptibles al estrés. La atención consciente también conocida como meditación o mindfullnes, es el proceso psicológico de prestar atención activamente al momento actual, puede ayudar a los adolescentes a sobrellevar y a reducir el estrés.
Los adolescentes necesitan dormir más horas que los niños y los adultos. Las investigaciones muestran que las concentraciones de la llamada melatonina (hormona del sueño) son más altas tarde, por las noches y caen por las mañanas, que en la mayoría de los niños y adultos. Esta diferencia puede explicar por qué muchos adolescentes se quedan despiertos hasta tarde y les cuesta levantarse por la mañana. Los adolescentes deberían dormir entre 9 y 10 horas por noche. La falta de sueño puede dificultar la atención, aumentar la impulsividad e incrementar el riesgo de irritabilidad o depresión.
Para evitar que surjan todos estos problemas veo fundamental que se trabaje desde temprana edad, desde el ámbito de la psicopedagogía, en la escuela y en casa la inteligencia emocional, básica en la vida para prevenir enfermedades mentales y problemas asociados en niños y adolescentes. Según Daniel Goleman “Al enseñar a las personas a sintonizar sus emociones con inteligencia y expandir sus círculos de interés, podemos transformar las organizaciones de dentro hacia afuera y marcar una diferencia positiva en nuestro mundo”
Aunque la adolescencia es una etapa vulnerable para el cerebro y para los adolescentes en general, la mayoría de los adolescentes crecen y llegan a ser adultos sanos. Aun así, los padres y educadores debemos tener en cuenta todos estos aspectos además de estar muy atentos cuando observemos en nuestros hijos o alumnos signos que nos den una señal de alerta y acudir a profesionales que puedan ayudarlos y darnos pautas para actuar con nuestros hijos.
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