EL MAR MENOR NO SE HA MUERTO; LO HAN ASESINADO

El Mar Menor y su comarca ha sufrido durante varias décadas una cuchillada tras otra hasta el estado actual de coma.

Hasta los años 90.

La práctica generalizada de agricultura en el campo de Cartagena era el cultivo de secano. Se realizaban riegos a manta a partir de una red de pozos que estaban repartidos a lo largo y ancho de la comarca. Con la sequía acontecida en los años 90, estos riegos se tuvieron que realizar con mayor frecuencia por lo que sobrexplotaron el acuífero, cuyo efecto fue la intrusión marina del propio mar Menor que lo salobrizó.

Por otra parte, el boom de la construcción alrededor de la laguna generó varios impactos que no facilitaron el buen estado del ecosistema. Se abrieron varios canales en la Manga, favoreciendo la mezcla entre masas de aguas entre el Mediterráneo y el Mar Menor y la entrada de especies invasoras hasta ahora inexistentes en la laguna como la medusa. Se redujo grandes superficies naturales para convertirlas en urbanizaciones, aceras y asfalto por lo que la absorción natural de la cuenca disminuyó, sobre todo en las proximidades de la propia laguna.

La llegada del postrasvase

El panorama en el sector primario de la comarca cambio radicalmente gracias a la llegada de agua procedente del trasvase tajo-Segura. Lo que durante varias décadas supuso un éxodo del campo a las ciudades por falta de prosperidad en él, se convirtió en un gran negocio agroalimentario en manos de pocos y encima de capital extranjero.

El campo de Cartagena se ha transformado en un gran complejo agroindustrial, con sistemas de producción avanzados pero que han producido varios efectos adversos en la laguna:

1. La gran roturación de hectáreas en la cuenca para campos de regadío ha reducido la absorción natural del agua que tenía la cuenca. En episodios como la reciente DANA se ha podido observar la gran cantidad de sedimentos arrastrados a la laguna.

2. La forma de riego, en la cual se añaden en el agua los nutrientes necesarios para el crecimiento de las diferentes cosechas ha transformado el acuífero sobrexplotado en una masa de agua, con gran cantidad de nutrientes y sal que vierte a la laguna 5000 Tn de nitratos anuales a la laguna, lo que ha producido la proliferación de ciertas especies, en especial el fitoplacton, un fenómeno denominado eutrofización.

Con el boom inmobiliario las superficies urbanas aumentaron alrededor de la laguna, con la construcción asociada de varios complejos marítimos, como dársenas, puertos deportivos, paseos marítimos,… que han empeorado la salud de la laguna.

Del 2016 a la actualidad.

La gran sequía acontecida en el 2016 creó un efecto en cadena que nadie vaticinaba pero que resumo a continuación:

Durante varios años se hicieron campañas para la extracción de ejemplares de medusa, las cuales se alimentaban del fitoplacton que se generaba en la laguna por los nutrientes procedentes del acuífero. Al no llover ese año hidrológico, aumentaron los niveles de salinidad de la laguna lo que generó la mortalidad generalizada de las medusas, por lo que el fitoplacton se multiplicó a sus anchas en la ausencia de depredadores naturales.

Se pusieron en marcha varias desalobrizadoras de agua, ya que era imposible abastecer toda esa cantidad de parcelas roturadas sin lluvias que hubiesen evitado algunos riegos y la menor aportación del trasvase por los problemas de sequía que sufre la cabecera del Tajo. Estas generan un residuo, la salmuera, que se ha estado vertiendo en zonas muy sensibles de la laguna, como en las proximidades las salinas de San Pedro del Pinatar.

Algunas infraestructuras realizadas, con las condiciones de turbidez presentes en la laguna, causaron la putrefacción de la misma en algunos puntos.

¿Se ha hecho algo?

Poco. Poco de lo que tendría que realizarse para recuperar el buen estado ecológico de la laguna. Las administraciones competentes no han presionado en la disminución de la superficie de regadío en la comarca, es más, año tras año esta aumenta.

Tampoco se ha hecho una moratoria para que no se construya alrededor de la laguna.

Las medidas urgentes aprobadas en pleno de la asamblea regional, primero no resuelven el problema porque están orientadas a la escorrentía superficial y segundo, al ser aprobadas por la oposición y con una comunidad autónoma con deudas, el gobierno regional no da partidas presupuestarias para su ejecución.

¿Hay alguna solución para salvar la laguna?

Un ecosistema es un ente muy frágil en el que hay muchos factores que influyen en su equilibrio. Recuperar la buena salud de la misma será laborioso y se cometerán errores como los que se han estado cometiendo hasta ahora. “Una casa se tarda un año en construirse, en derruirse solo es cuestión de segundos”.

Una cosa está clara, que los dos factores más importantes en el deterioro de la laguna, turbidez y la llegada de los nutrientes.

El primero se resolvería con una gestión integral de la cuenca en la que habría que realizar una serie de expropiaciones estratégicas para la implantación de cinturones verdes, líneas clave o keylines según la bibliografía que se consulte.

El segundo la llegada de nutrientes, si no se cambia el modelo agroindustrial presente y no tiene pinta de cambiarse, mientras el nivel del acuífero este por encima del de la laguna seguirán llegando gran cantidad de nutrientes día tras día. Habría que hacer una red de desalobrizadoras que bombearan un volumen anual para ir rebajando el nivel piezométrico del acuífero. No se puede bajar de golpe porque supondría la muerte y posterior putrefacción de todo el fitoplacton presente en la actualidad en la laguna.

¿Esto supondría un decrecimiento económico de la comarca?

No tiene por qué. Los cinturones verdes pueden estar plantados de especies con alto valor añadido y e pueden explotar tanto en recurso agrícola como recurso de silvicultura.

Y toda esa agua que habría que bombear es un recurso que se puede sacar provecho:

1. La salmuera vertida en la propia laguna de manera racional para recuperar la salinidad natural de la laguna.

2. El agua dulce está cargada de nutrientes , lo que abarataría los costes en la producción de las siguientes cosechas, con menor demanda del agua procedente del trasvase y la disminución de nutrientes a incorporar en los riegos.