Debemos seguir caminando sin prisa, recuperar aquel latido que huyó, sin darnos cuenta. Trazar una mirada enamorada a la inmensidad que nos recrea, a cada paso, en cada fibra. Caminar sin imponer el paso.

Antonio Baeza | 26 ago 2019

Debemos seguir caminando sin prisa,

recuperar aquel latido que huyó,

sin darnos cuenta.

Trazar una mirada enamorada

a la inmensidad que nos recrea,

a cada paso,

en cada fibra.

Caminar sin imponer el paso,

sin que el deseo lo hurte,

sin que la pasión lo ciegue.

Descender sin miedo, sin protección alguna

a los abismos internos.

Soy yo que me veo,

soy la vista y lo observado;

soy el universo opaco,

sus espacios huecos,

sus parpadeos,

su silencio clamoroso.

Soy el músculo laxo,

la atención diligente,

el aire que incorporo

que hago cuerpo.

Soy la palabra callada,

el misterio ignoto

en éste reducido espacio,

albergo horizontes imposibles,

ángeles y monstruos

se alternan y conviven.

Despacio, cada movimiento es una creación

hacia adentro, recrear luz

Vivirse.

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